viernes, 21 de octubre de 2011

Inocultable sonrisa.

Cuando lo tuve en mis brazos, dispuse algunas palabras cariñosas para mi hijo. Lo saludé y traté de conversar con él sabiendo que no tendría respuesta, pero buscando su atención. Logré que soltara, a pulmón abierto, un llanto conmovedor. Las enfermeras y mi esposa me hicieron saber que en todo ese rato no había llorado para nada. Concluyeron que habría reconocido mi voz y por eso cantaba su escándalo. Cierto o no, sentí en la piel que hizo click el primer contacto con mi legado.

Tuve oportunidad de tomarle un par de fotografías y acompañarlos a él y su mamá al cuarto donde pasarían la noche. Por respeto a las normas de seguridad del hospital y la privacidad de las demás pacientes me despedí de ellos quedando volver a verlos al siguiente día. Mi suegra pasaría con ellos la noche por lo que se ofreciera. Salí de las instalaciones y marqué el número de mi madre quien aún despierta esperaba la noticia.

Mientras el teléfono timbraba, las ansias por explicarle mis sentimientos brincaban de mi pecho. En cuanto contestó le solté a boca de jarro “Está hermoso. Los 2 se encuentran bien. Los puede ver. Estoy muy contento”. Me felicitó y conmovida me dedicó hermosas palabras. Al colgar el teléfono noté que la ternura se había apoderado de mí suavizando mi dura expresión facial con una inocultable sonrisa que después de cargar en mis bazos a Carlo Damián me dibujaba el rostro.

Esa sensación me acompañó hasta el siguiente día. Después de dormir un par de horas quería salir corriendo para verlo de nueva cuenta. La sonrisa seguía firme.


jueves, 20 de octubre de 2011

El día más feliz.

Anteriormente, he sido sometido a intervenciones quirúrgicas y sé que después de salir de quirófano tardas hasta 3 horas en recuperarte de la anestesia. Antes de eso no te mueven de observación, por lo que deduje aún me quedaba tiempo. Estuve merodeando hasta que aproveché la confusión del guardia y me interné por la sala de urgencias, caminé un buen tramo buscando las instalaciones de Tococirugía y discretamente me establecí en el obscuro pasillo que conecta a la morgue, de ahí podría ver cuando salieran para trasladarla a cuarto.

Pasé 2 horas por esos gélidos pasillos en soledad. Debo admitir que la espera, más que el frio o la obscuridad, me calaba en los huesos. En mi mente sólo elucubraba con el momento de verlos. Tampoco podía comunicarme al exterior porque en esas instalaciones el celular no recibe señal. Al siguiente día descubriría que los mensajes en que anuncié el nacimiento de mi primogénito se enviaron de madrugada. Así que te pido una disculpa, querido lector, si te desperté al compartirte mi felicidad.

En eso estaba cuando un diligente camillero me acercó a la salida de Tococirugía. Instantes después se acercaba una camilla con mi princesa hermosa somnolienta por los efectos de la anestesia. “¿Cómo estás?” Atiné a preguntarle. “Bien”, fue su respuesta, agregando “conoce a tu hijo”, mientras una enfermera lo alzaba mostrándomelo. No pude contenerme, me dirigí hacia él y lo tomé en mis brazos. Sentí que una gran confluencia de miles de sensaciones me invadía brindándome la mejor alegría que alguna vez hubiera pensado, finalmente estaba cargando a Carlo Damián.

Sin duda alguna, a pesar del trasiego de las últimas horas, éste que estaba por concluir era el día más feliz de mi vida.












miércoles, 19 de octubre de 2011

Tococirugía.

11 de octubre de 2011, despertamos temprano. Realizamos algunas actividades y a medio día dispusimos lo necesario para salir de casa y presentarnos en el nosocomio. Platicamos un poco de mis experiencias previas en el quirófano y la mesa de operaciones. Traté de relajarla. Antes de despedirnos la noté muy segura y dispuesta. Me quedó claro que estaría bien allá dentro esperando su encuentro con el bisturí. A las 14 horas quedó formalmente internada y lista para intervención quirúrgica.

Mi suegra fue mi acompañante en la sala de espera de Tococirugía. Me pareció relajante y nada tedioso el transcurso de la tarde. Sin embargo, con la puesta del sol, la ansiedad y la falta de información de su estado crearían cada vez más y más presión. Hasta las 20 horas recibí notificación de que se encontraba en quirófano. Sin embargo, hora y media después aún no me tenían el resultado oficial en recepción. Empecé a operar para enterarme.

Previamente, platiqué con una enfermera que se encontraría en ese turno. Marqué a su celular y me dio las primeras noticias extraoficiales “Su bebé pesó 3.130 kgs y midió 51 cms. Su esposa está en recuperación y los 2 están muy bien.” Sentí en mi  pecho que la presión disentía y la alegría me abrazaba. Pero no era suficiente, tenía que verlos, quería cargarlo a él y besarla a ella. Abrazarlos, en ese momento, era lo único que importaba.

Sabía que no me permitirían entrar al lugar donde se encontraban, hasta el siguiente día a las 11 horas. No podía esperar tanto. Ya estaba decidido, esa misma noche entraría a verlos. 

lunes, 10 de octubre de 2011

La noche previa

El último día inició muy activo. Las encomiendas para tener todo en orden presionaron un poco más. El carro mostró una falla mecánica que destanteó en primera instancia los pronósticos de normalidad en la ejecución de las tareas. Reportarme con la querida Quinientóloga para ponerla al tanto de los últimos eventos. Checar los documentos de admisión hospitalaria para prevenir contingencias.

Por fortuna, la pañalera tiene 1 mes lista con todos los aditamentos necesarios para salir corriendo en caso de emergencia. La casa limpia tal cual gota de agua. La ropa del bebé lavada y acomodada en su lugar especial. Pañales, biberones, mamelucos y sus gorros metaleros. Las previsiones han sido tomadas en serio y nos encontramos preparados para enfrentar el evento.

Visita a la Lomita porque mi esposa deseaba agradecer el transcurso de estos 9 meses y pedir que todo salga bien el día de la cirugía. Misma que tu servidor aproveché para comerme un elote con crema y queso. Los últimos retoques de la vanidad femenina. Planear el viaje y la recepción de los abuelos paternos. Así como el de la instalación de la abuela materna para el cuidado de la paciente. Las últimas fotos para documentar el embarazo y a esperar el gran día.

Todo está listo para recibir a Carlo Damián. Su mamá contenta por el milagro de dar a luz y su papá ansioso y orgulloso por conocer su legado.  

Me muero por cargarte en mis brazos y conocer tu sonrisa hijo. Deseo tanto despertar en el que seguramente será el día más feliz de mi vida.



Metallica Experience

Como he relatado anteriormente, el último fin de semana de gestación sería complicado. El sábado 08 de Octubre, el grupo Dospados, una banda local, tuvo a bien realizar un tributo a los reyes del trash metal, Metallica. La coraza de aventurero tocó a mi puerta una vez más invitándome a disfrutar del evento. Pero, Oh! Maldito destino cruel, al siguiente día tendría que madrugar para donar sangre como último trámite ante las autoridades de salud para llevar a cabo el parto de mi bebé.

La vida, aunque parece injusta, te pone este tipo de pruebas para superarlas y dar cuenta de tu capacidad de reacción. 2 de mis grandes pasiones se enfrentan. Mi hijo a punto de nacer y el estruendoso sonido de las cuerdas metaleras. Por supuesto, Carlo Damián saca la delantera por mucho, sin embargo, encontré el modo de concatenar los 2 mayores puntos que me inyectan adrenalina. El inigualable deseo por ser padre y el desenfrenado espíritu rockero sin corromperse uno al otro.

Así, acudí a un concierto fregón, evento muy bien realizado. La ejecución de la música poca madre. El ambiente sensacional. La abstinencia, como requisito para donar sangre al siguiente día, no me impidió convivir con los amigos que me topé en el Foro Tecate. Mi esposa, comprensiva, se chutó todo el día las diversas canciones de Metallica que toqué en el DVD con el pretexto de “calentar motores para la noche”. Y aunque un poco desvelados, antes del alba acudimos a nuestra cita.

Me siento orgulloso de colindar a mi familia con mis inspiraciones artísticas. Hoy he descubierto la importancia de expresarme y hacer parte de ello a mi primogénito y mi princesa hermosa. Aunque no siempre tiene que ser en honor al heavy metal ni al Metallica Experience.



Último trámite.

El último fin de semana de gestación tendría que ser el más complicado. La programación del parto de Carlo Damián para el día 11 de octubre nos cambió los planes. Había que realizar trámites ante la instancia de salud. Presentar papeleo, recopilar firmas y sellos para la admisión hospitalaria. El más difícil de todos, donar sangre por si la cirugía se complica y llegara a ser necesario realizar una transfusión.

Es desgastante acudir a las instalaciones de la dependencia para cumplir con esta tarea. Hay que madrugar para ganar uno de los primero lugares. Permanecer hasta 4 horas esperando turno, ya que primeramente te toman una muestra para analizarla y los resultados pueden tardar hasta 3 horas. Después, en caso de aprobar el examen, esperar turno nuevamente para que te extraigan la unidad requerida (medio litro). Todo esto en ayunas.

Además, el donador deberá cumplir con una serie de requisitos, los más sobresalientes: No contar con enfermedades virales. Ser mayor de edad. No consumir ningún tipo de medicamento ni alimentos grasos. Abstenerse de consumir bebidas embriagantes las últimas 24 horas. Entenderás, querido lector, es bastante complicado encontrar donadores. Por si esto fuera poco y como cereza en el pastel para coronar el grado de dificultad de este último trámite, me citan en domingo.

Pero como dice el Geniero Alonso, mi buen amigo, “Aguántese, su niño vale millones de veces eso”. Y vaya que tiene razón.



jueves, 6 de octubre de 2011

Semana 39.

Los últimos 8 meses y medio hemos vivido con la satisfacción del embarazo. Esa alegría ha sido revitalizante en muchos aspectos. Pensar en verlo y cargarlo en mis brazos se ha tornado una constante en mi jornada diaria. Incluso cambiar sus pañales, prepararle el biberón, bañarlo, jugar juntos y desvelarme por sus llantos se vuelven labores fascinantes en mi mente.

Las notorias molestias en la cintura y en los pies de mi esposa reflejan la ardua labor de cualquier mujer embarazada que debe soportar el peso de su panza pronunciada. Acudir al supermercado, realizar las visitas para los preparativos del alumbramiento y acatar la prescripción médica de No conducir, le han complicado la vida y agotado hasta el cansancio.

Nos encontramos a 5 días de la fecha anunciada. Contentos, esperamos a Carlo Damián. Sabemos que esta faceta final en la carrera de los 9 meses es complicada y difícil. Vendrán los dolores cada vez más pronunciados, las molestias subirán el tono, pero estamos preparados para enfrentar eso y más. El deseo es verlo y tenerlo con nosotros.

Sólo 5 días. No puedo creer que pronto estará en mis bazos.



Carlo Damián.

Respeto la divergencia de culturas, ideas y formas de pensar. Sin embargo, creo que ese reacio enigma de nuestra cultura popular por nombrar al primogénito tal como su padre, sólo representa una herencia maldita. Pues con el nombre (y por ende el apellido) viene una serie de responsabilidades no fundamentadas. El chamaco, en automático, se hace acreedor de todos los sueños truncados del padre. Ser el profesionista que él no pudo ser por falta de oportunidades, el deportista que siempre soñó hasta encontrarse con el alcohol, el mujeriego que la sociedad le reprimió llegar a ser.

Del mismo modo, siento una terrible animadversión por los nombres bíblicos. Juan, José y María, entre otros, se han convertido en nombres tan comunes que carecen de presencia propia. Ni se diga los estipulados en el calendario gregoriano. Así que la tarea para darle nombre a nuestro bebé se antojaba bastante intensa.

Compré un libro de nombres para alimentar opciones, pues hasta entonces no contaba con mucho material. Lo menos que podíamos hacer era pensarlo muy bien antes de nombrarlo. Así lo hicimos, con bastante paciencia y acuerdo entre ambos descubrimos la combinación. Su significado llena las expectativas y el sonido enfático reviste gallardía. Nadie me ha dicho lo contrario y no me importa, estoy convencido que escogimos un excelente nombre.

Carlo Damián me parece elegante y digno de guerrero de la edad media, o de político inglés, o de virtuoso músico, o de futbolista escandinavo, o de actor porno. Lo bueno es que no deseo cumpla mis frustraciones, espero simplemente sea él.


Amigos verdaderos.

Muchas muestras de cariño y felicitaciones plausibles he recibido por el embarazo de mi esposa. Llamadas constantes de algunas personas que les interesa conocer al detalle la evolución de este proceso. Hay quienes se manifiestan contentos y comparten la dicha de esperar un nuevo miembro en la familia. Otros se desbocan en recomendaciones, la constante ha sido “Duerman mientras puedan, luego van a extrañar dormir tranquilos”.

Recuerdo nostálgicamente la llamada de mi hermano el Fuco, quien además de buenos deseos externó con su peculiar y picaresco estilo: “Si es hombre te vas a sentir orgulloso, pero si es mujer te vas a volver loco”. Cabrón, que razón tenías. En efecto, cuando me enteré de su viril y tetostérica masculinidad me sentí sumamente orgulloso de ser bendecido con un primogénito varón. (Herencia de la cultura siciliana después de leer El Padrino).

Esas constantes muestras de apoyo y la indulgencia de aquellos que se muestran interesados por el arribo del nuevo ser, contribuyen y logran hacer más efusiva la delicada espera. Aquellos que han deseado salud y bienestar para mi hijo, aunque sea con un dejo de prudencia, han dejado huella en mi corazón como amigos verdaderos. Será por la importancia o la sensibilidad del evento, pero cada llamada, mensaje en facebook o mención en twitter se agradece eternamente.