viernes, 23 de enero de 2015

Quirófano 2.

El quirófano siempre es frío, todas las instalaciones médicas deben serlo pues las bacterias no se desarrollan en ambiente gélido, a pesar de ello la coraza de aventurero me brinda suma cálidez. Una preocupación para el equipo médico, en momentos como este, es que al papá le ganen los nervios y entre en pánico, o bien, se desmaye cuando mire el primer chorro de sangre. Pero no el que esto escribe, la emoción me mantiene firme y expectante. Espero gustoso e invadido por la alegría el momento de su primer llanto.

Filmo el climax de la cirugía, el momento en el que la Ginecóloga se aboca a tomar al bebé. Realiza movimientos bruscos en el vientre de Arely con las 2 manos, por fin Dante Adolfo cruza el umbral hacía la vida y mira la luz por primera vez. La Doctora corta el cordón umbilical. El neonatólogo interviene y lleva al recién nacido a una mesa donde lo limpia y le da los primeros cuidados. Lo sigo sin dejar de filmar. Tampoco de sonreír. El reloj apunta las 8.30 pm. En primera revisión pesa 2.900 kgs. Y mide 50 cms.

Permanezco al lado del médico mientras ausculta a mi hijo, estoy pendiente de cada detalle. Pregunto una y otra vez si todo está bien. La pericia del doctor me tiene asombrado, pero quiero arrebatárselo y poder cargarlo. Incluso deseé golpearlo por tratar de manera tan brusca a mi Príncipe Godo provocando su mimado chillido. Lo dejo trabajar hasta que por fin asimilo la realidad, ya tenemos a nuestro segundo hijo con nosotros, sano y vigoroso.



No estoy preparado para recibir tanta felicidad de un solo golpe como lo pensaba. Ahora, por segunda ocasión, mi orgullo se ve doblegado ante el mayor sentimiento de amor que he podido conocer en mi vida. Soy un hombre muy feliz. Un par de lagrimas dan cuenta de ello.

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