El quirófano siempre es
frío, todas las instalaciones médicas deben serlo pues las bacterias no se
desarrollan en ambiente gélido, a pesar de ello la coraza de aventurero me
brinda suma cálidez. Una preocupación para el equipo médico, en momentos como
este, es que al papá le ganen los nervios y entre en pánico, o bien, se desmaye
cuando mire el primer chorro de sangre. Pero no el que esto escribe, la emoción
me mantiene firme y expectante. Espero gustoso e invadido por la alegría el
momento de su primer llanto.
Filmo el climax de la
cirugía, el momento en el que la Ginecóloga se aboca a tomar al bebé. Realiza
movimientos bruscos en el vientre de Arely con las 2 manos, por fin Dante
Adolfo cruza el umbral hacía la vida y mira la luz por primera vez. La Doctora
corta el cordón umbilical. El neonatólogo interviene y lleva al recién nacido a
una mesa donde lo limpia y le da los primeros cuidados. Lo sigo sin dejar de
filmar. Tampoco de sonreír. El reloj apunta las 8.30 pm. En primera revisión
pesa 2.900 kgs. Y mide 50 cms.
Permanezco al lado del
médico mientras ausculta a mi hijo, estoy pendiente de cada detalle. Pregunto
una y otra vez si todo está bien. La pericia del doctor me tiene asombrado,
pero quiero arrebatárselo y poder cargarlo. Incluso deseé golpearlo por tratar
de manera tan brusca a mi Príncipe Godo provocando su mimado chillido. Lo dejo
trabajar hasta que por fin asimilo la realidad, ya tenemos a nuestro segundo
hijo con nosotros, sano y vigoroso.
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