viernes, 9 de enero de 2015

Urgencia médica.

Es jueves 22 de Agosto, tenemos la idea de esperar al menos 2 días más para conocer a Dante Adolfo. Esa noche no es igual a las demás. A la hora de acostarnos, ya pasa media noche, la madre da muestras de dolor. Después de un rato siente agua entre sus piernas. Dudamos si es la fuente. Me comunico con nuestra querida Ginecóloga quien de manera atenta me relaja y me explica que aún podemos esperar al amanecer.

Lo dolores van en aumento toda la madrugada. Hasta la mañana acudimos a la dependencia de salud en la que tenemos previsto llevar a cabo el parto. La atención no es la mejor y sin más, nos dicen que aún puede esperar hasta el siguiente día. Un tanto desilusionados regresamos a casa. A media tarde los dolores son insoportables, y por fin, la fuente disemina su líquido. Hemos entrado en estado de crisis médica, después del rechazo no hay más, acudimos a nuestra doctora de cabecera y solicitamos el servicio de urgencia en clínica particular.

Media hora después llegamos a la cita. El equipo médico nos está esperando. Rápidamente la atienden. Profesionalismo evidente. El trato personalizado me conmueve. Analizan su expediente clínico, dialogan entre ellos, diagnostican y proceden. Elijo una habitación para la recuperación de mi esposa, mientras ella ha sido dirigida a quirófano para prepararla. Con total sobriedad y tratando de calmar el evidente estado de ansiedad que presento, me piden no tenga ninguna preocupación.

Veo cómo Arely se pierde rumbo al cuarto de operaciones. Una lluvia de emociones me atrapa. Trato de aclarar la mente cuando uno de los galenos me pregunta -¿Quieres entrar al parto? Lo miro fijamente mientras disfruto la sensación generada por adrenalina pura que recorre mi cuerpo antes de dar una respuesta.


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