martes, 28 de enero de 2014

Cabalgata.

Diversos juegos se volvieron cotidiana novedad. La utilización apropiada de los juguetes en su posesión sigue siendo una falacia, pues acostumbra jugar como le viene en gana. No patea las pelotas, sólo las carga. Se ha convertido en el Bully del perrito bailarín que es vejado y víctima de maltrato físico. Exceptuando el carro y bicicleta montables con los que cuenta el resto de los juguetes recibe un trato muy diferente al fin por el que han sido elaborados.

Su cancha preferida para la hora de juegos es la alacena, y todo lo que ésta contiene se ha vuelto su más importante pieza para recreación. Es común verlo rodar la lata de champiñones de la cocina hasta la sala. Morder hasta derramar los cartones de puré de tomate. Incluso, causa la preocupación de sus ilusos padres cuando lo vemos cargando una botella de vidrio como puede ser la salsa de soya.

Pero el juego preferido desde hace algunas semanas es montarse en uno de sus padres cuando nos agarra acostados y realizar los movimientos propios de la cabalgata equina. Así, imita el galopeo de un caballo pidiendo que apresures el paso para hacer el momento más divertido. Un gran juego que todos siendo infantes disfrutamos y ahora teniendo de jinete a mi Príncipe Godo, me divierto más.

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