lunes, 9 de febrero de 2015

Momento a solas.

Este momento a solas no es para nada igual al que viví 2 años antes cuando nació Carlo Damián. Me siento diferente, aunque con la misma alegría. Descubro que ahora estoy más concentrado en ver los pequeños detalles de mi viejo. Supongo su piel será bastante blanca porque se ha tornado de un rosa bien definido, tal vez por la exposición al ambiente. Me muestra sus pequeños ojos azules. Su cabello abundante es de color rubio.

Creo que se mira muy parecido a su hermano, sin embargo, las diferencias en sus facciones son notorias. Dante Adolfo tiene labios y ojos más pequeños. Pero en general, su complexión es similar. Mis sentimientos paternos se mantienen firmes. Siento el mismo amor por ambos. De hecho, me doy cuenta que extraño a mi primogénito. Quisiera tenerlo cerca para compartir juntos la llegada de su hermano.

Estoy en eso cuando recibo las primeras felicitaciones telefónicas. Después de un rato de llamadas y varios mensajes me reincorporo para seguir admirando a ese pequeño ser que me tiene atrapado sin poder expresar palabras a pesar del cumulo de sentimientos que fluyen en mí por conocerlo. No pasa nada, sólo el silencio. Es de sobremanera reconfortante pasarlo juntos.

Dante Adolfo está con nosotros.



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