El cirujano haría la broma. Cuando
me dispongo a salir del cuarto de operaciones con el recién nacido, mientras él
sigue cociendo a la paciente para cerrar su herida pregunta en son de mofa, ¿Por qué los hombres siempre dejan a la mujer
y se van con el bebé? Dubitativo, tardo en asimilar una respuesta, pero la
suelto convencido, Por este Gallo vine. Y
créeme, si no confiara en ustedes no dejo que la toquen. Ahí se las encargo.
Mientras sigo mi camino a la habitación que tenemos asignada para su
recuperación.
Ella tardaría media hora en
llegar. La miro contenta. Me pregunta por Dante Adolfo, quién luce a gusto
plácidamente recostado en su pequeña cuna, le doy el parte de novedades de
nuestro momento a solas. Quiere tenerlo en sus brazos y lo llevo a con ella, mi
viejo permanece dormido, inmutable. La familia arriba para acompañarnos, juntos
estamos compartiendo el glorioso momento. Todo es alegría.
Es hasta el siguiente día cuando Ginecóloga
y Neonatólogo nos visitan para dar el visto bueno a ambos pacientes y luz verde
para partir. Nos despedimos de la clínica agradecidos con la atención recibida.
Carlo Damián espera por sus padres acompañado por su abuela y contento nos
recibe en el umbral de casa. No da cabida cuando mira a su madre cargando un
pequeño bulto donde descubre que nació el hermano del que tanto le hemos
hablado en los últimos meses.
¿Qué es eso?
pregunta sonriente. Es tu hermanito,
Dante Adolfo, le contesta su mamá. Pero él parece no creerle. Mira una y
otra vez al bebé tratando de descifrar la presencia de ese extraño.