Una de las
principales tareas a las que tuvimos que dedicarle bastante tiempo en
investigación fue a descubrir la manera de colocar el porta bebé en el
vehículo. Bendito Internet, en Youtube y Google pude encontrar diversos
mecanismos para instalar, de manera eficaz y de acorde al modelo, el aparato en
el que sería transportado cuando nos desplacemos en los vehículos de casa.
Ilustrados y haciendo el uso correcto de esta gran herramienta, por azar del
destino viajábamos una noche en ambos carros.
Madre e hijo en el
primer coche, seguidos de cerca por quien esto escribe. En un alto, cuando el
semáforo se puso en verde, ella dio vuelta a la derecha. En eso me percato de
un bólido que intentaba ganarle el rojo cruzándose en su camino sin importarle
que ahora nosotros tuviéramos el paso. La escena me pareció dantesca, por la
velocidad que llevaba supuse haría pedazos su carro. Absorto durante esa
milésima de segundos, era testigo presencial de un golpe inminente sin alcanzar
a hacer nada por mi Príncipe Godo ni mi beba hermosa.
Imaginando lo peor,
me di cuenta que nunca había sentido tanto miedo en mi vida. Similar a un nudo
de terror que me ataba de pies a cabeza. En el último momento, el conductor
frenó disminuyendo la potencia con la que se aproximaba. A penas logró impactar
la defensa del vehículo de mi esposa. Una vez que logramos estacionarnos aventé
todo y corrí a verlos, ese lapso me pareció eterno. Carlo Damián lloraba
asustado pero parecía estar bien, igual ella. Fuera de peligro me aseguré que
no sufrieran ninguna lesión, me venía valiendo madres todo lo demás.
Después de esta
experiencia, y más que nunca, puedo decir que los cuidados de seguridad son
preponderantes. La precaución juega importante rol en mi vida.
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