Las menciones de su galanura y notable hermosura han sido constantes. Su color de ojos frecuentemente es el tema principal cuando alguien pregunta por él. Así, hemos tenido a bien darnos un espacio para hacer un recuento diario donde la mamá me narra que las amigas, las compañeras de trabajo o las tías lo chulearon mucho. Igual, este servidor le notifica a detalle cuando alguien se manifiesta en ese sentido. Lo que provoca nos inflemos mutuamente el pecho haciendo hincapié en los detalles.
La toma de fotografías se ha visto incrementada buscando la que mejor refleje sus atributos físicos. De la misma forma, se analizan muy bien los preparativos cada ocasión que va a salir de casa, sobre todo en ocasiones especiales. La idea es acentuar sus características personales con los aditamentos que lo revisten, como ropa, gorros, zapatos y otros. Ya que la madre goza de muy buen gusto, la participación del padre se remite únicamente a obedecer al pie de la letra las instrucciones estipuladas por ella.
Esto ha logrado que Carlo Damián, además de ser objeto de diversos piropos sea comúnmente señalado por alguna madre que banalmente intenta apartarlo para su hija porque según su dicho “Le gusta pa’ yerno”. La mamá se basta sola para espantárselas, especialmente a las que lo rebasan en edad. Espero mis consuegras comprendan qué, según los cánones, ante la presión de una jauría de mujeres que lo persiguen, ningún hombre tiene la obligación a decidirse por una sola. Citando a mi madre, puedo repetir su clásica frase “Cuiden a sus pollas, qué mi gallo anda suelto”.
Independientemente de su vida amorosa y la gracia del destino al bendecirnos con un hijo hermoso. El mayor orgullo para estos novatos padres ha sido el ver a un bebé sano que crece normalmente.