miércoles, 28 de septiembre de 2011

Carro nuevo.

Con nuestro embarazo, empecé a ver constantemente mujeres en estado de gestación por todas partes. Aunado a ello, la teoría del año del Conejo, que menciona una singular fertilidad en la población. Una noche, mi esposa y yo intentamos hacer un recuento, su hermana, su cuñada, mi prima, su prima, su amiga, la esposa de mi amigo, aquella compañera de trabajo… Uff! Una gran lista de mujeres conocidas esperando un bebé, cómo nosotros.

La verdad, pienso que la fertilidad es general y no exclusiva de este año o de nuestra generación. Más bien pienso en el efecto del carro nuevo. Esto versa en que basta comprar un carro para darte cuenta de los muchos modelos de ese mismo vehículo que andan circulando en la calle. No te habías dado cuenta de ellos hasta que compraste uno, y ahora los miras por todas partes, incluso los diferencias entre sí.

Creo que nunca había puesto atención a las panzas crecientes de las mujeres embarazadas que he conocido, hasta que fui el culpable de propiciar ese estado en una. Además de darle seguimiento a su evolución se convirtió en mi prioridad. Por lo que fue hasta entonces cuando pude apreciar y degustar las sensaciones del embarazo incluyendo algunas nauseas.


martes, 27 de septiembre de 2011

Documentando el embarazo.

Darle seguimiento al crecimiento de ese pequeño ser en el vientre materno ha sido la mejor tarea que he tenido a bien documentar. Creé una carpeta de fotografías en mi cuenta de Facebook para llevar ese registro visual mensualmente. Cuando hay oportunidad actualizo esa base de datos marcando especial atención en el crecimiento de la panza, control que llevamos en una pared de nuestro cuarto. Las felicitaciones y buenos deseos de los amigos han sido permanentes.

Las muestras de afecto vienen acompañadas comúnmente por tips para tratar de hacer mejor la tarea de ser padre, desde el embarazo hasta el nacimiento de la criatura. Son tantas las recomendaciones recibidas que me declaro perdido en ese mar de sugerencias atípicas. Hay algunas tan estúpidas y ridículas que no pienso seguirlas. Además, aunque agradezco las intenciones, admito que me siento abierto al aprendizaje cognoscitivo y prefiero aprender por experiencia propia basándome en los métodos inductivo, deductivo, analítico e histórico.

La nueva modalidad por la que hemos optado es documentar sus primeras ropas y regalos. Ahora estoy ideando las carpetas que crearé después de su nacimiento. Pienso que algún día el bebé, ya convertido en adulto, podrá dar cuenta del cariño que le mostraron las amistades de sus padres. Ahí está el registro virtual en una cuenta social, en lugar de acumular un montón de álbumes fotográficos, cómo en mis tiempos.



miércoles, 21 de septiembre de 2011

Huevotes.

Habría pasado una semana después de la gran noticia cuando acudimos con la ginecóloga. La mente se volcaba en un mar de dudas planeando preguntas para la galena. Así, arribamos a la sala de espera del consultorio donde una pareja aguardaba su turno antes que nosotros. Ella mostraba panza pronunciada y cara de ternura, su postura en el asiento indicaba cansancio. Me imaginaba a mi esposa cuando llegara a verse de la misma forma.

Después del protocolo, la especialista procedió al examen físico de la futura madre donde el ultrasonido arrojó una imagen distorsionada del interior de su vientre. Se percibía una célula en gestación, era mi hijo formándose. Lancé un par de preguntas estúpidas, mismas que con suma paciencia fueron aclaradas. Continuó con indicaciones para los cuidados de la futura mamá. Los 3 primeros meses son los de mayor peligro, sentenció la facultativa.

Acudimos cada mes emocionados a la misma cita. La doctora se ganó nuestra confianza al mostrarse siempre diligente en su trato y atención, esmerada en explicarnos a detalle su evolución y aclarando las dudas que pudiéramos tener.

La mejor parte de visitar a “La Quinientóloga” ha sido la colección de imágenes de los ultrasonidos del bebé, escuchar su corazón latir y descubrir esos huevotes cuando nos definió su sexo durante la tercera visita.

martes, 20 de septiembre de 2011

La noticia.

Llegué a casa con hambre. Pensaba en la comida que mi esposa habría preparado para ese día. A penas llevábamos 1 mes casados. La labor diaria consistía en acoplarnos mutuamente a la vida juntos. Ella se esforzaba en cubrir hasta los mínimos detalles creando satisfactoria felicidad en nuestro hogar. Admito que anteriormente había tratado de eludir la responsabilidad marital. Soltero, disfrutaba la vida con mi eterna compañera soledad. Hasta que la conocí decidí cambiar el curso y tomar las riendas para iniciar una familia.

Aquella tarde, Arely me abriría la puerta antes de que lograra introducir la llave en la cerradura para soltarme a boca de jarro “Te estamos esperando”. Pensando que habría escuchado mal y tratando de deslucir en milésimas de segundos su comentario, crucé el portal. En la sala y de reojo miré un bulto, cuando fijé la vista en él descubrí que era un oso de peluche con un par de documentos a sus pies. Guantes, calcetines y gorro sobre sus extremidades. Incrédulo, la miré a los ojos para preguntarle ¿Es en serio? -Sí, atinó a contestar ella añadiendo, lee la carta.

Los documentos a los pies del peluche eran la prueba positiva de embarazo practicada en un laboratorio y una carta encabezada por el dibujo de una cigüeña cargando un bebé. Con dulces palabras me informaba sería padre. Sentimientos encabezados por el orgullo y la alegría nublaron mi vista, tal vez eran lágrimas de felicidad. Me repuse después de un instante y me fundí en un abrazo largo con mi princesa. La besé, la sujeté a mí, con ternura toqué su vientre y le expresé mi cariño a la vida que juntos estábamos procreando.

En cuanto tuve oportunidad llamé a mi madre, con la voz entre cortada pude informarle que su bebé sería padre. La segunda llamada fue para un gran amigo con quien compartí y presumí efusivamente mi tetostérica alegría. Tuve que esperar 4 largas horas para comunicarme con mi viejo y, carente de toda modestia, con el pecho inflamado de orgullo, hacerle saber sería abuelo, creo que él fue el más contento por la noticia.

Voy a ser padre, grité a los 4 vientos, pues es la mejor noticia que he recibido en mi vida.